sábado, 25 de junio de 2011

Eres responsable de tu rosa





Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, domestícame !
- Qué hay que hacer ? – dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
- ¿Qué es un rito ? – dijo el principito.
- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Entonces el jueves es un día maravilloso ! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:
- Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
- Claro – dijo el zorro.
- Pero vas a llorar ! – dijo el principito.
- Claro – dijo el zorro.
- Entonces no ganas nada !
- Sí gano –dijo el zorro – a causa del color del trigo.
Luego agregó:
- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
Y las rosas estaban muy incómodas.
- Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – No se puede morir por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.
Y volvió con el zorro:
- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo.

Historia de un dolor III


Ayer me di cuenta que te habias ido. No se hasta cuando, pero espero que no regreses. Dejame vivir.

Dejame como estoy y dejame ser yo de nuevo.

No aparezcas mas, porque me derrumbas.

No regreses. No te quiero en el sabor amargo de mi boca, en el dolor de estomago, en las nauseas.  Espero no encontrarme contigo nunca mas. No te quiero en mis mañanas imposibles y en mis noches eternas contigo al lado.

Ojala sea la ultima vez que pienso en ti.

jueves, 16 de junio de 2011

Prometido




¿Que puede decirle uno a una jovencita de 16 años que está consumiendose por un cáncer?
Lo que sea, es poco. ¿Prometer algo? Aun mas complicado. En ambos casos caer en la mentira es una gran tentación, pero no es una opción honrada.

(¡Vas a estar bien!/  No te va a pasar nada/ tienes toda la vida por delante)

En nuestro idioma esa barrera entre el "tu" y el "usted"  (cosa que en otras lenguas simplemente no existe) a veces impone una distancia poco conveniente entre médico y paciente, pero como yo apenas tengo el doble de años que ella, no me importó.

Platicábamos con una rara mezcla entre asombro, ternura y rabia. Asombro mio y las otras dos de ella, la rabia porque antes de pasar a quirófano su venoclisis se infiltró. Va de nuevo el piquete, corazón. Pero ambos brazos, con huellas y mas huellas de punciones, unas exitosas, pero la mayoría no.

Promete que va a ser el ultimo piquete, me dijo. No me lo pidió. Me lo ordenó. Clarísimo. Prometeme que van a dejarme en paz los brazos. Nada mas eso.

Si bueno, pensaba, tampoco va a dolerte nada, no vas a escuchar, te vas a dormir en un sueño profundo y cuando despiertes yo estaré contigo.

Pero su orden, su exigencia, era la misma. Menuda manera de pedirlo.

Empezando la cirugía, y ya bajo anestesia,  le coloqué un catéter venoso central. 

Su pronóstico sigue siendo sombrío.

Y yo sigo sin poderme responder que decirle a alguien, que a los 16 años, se está consumiendo sin retorno.


martes, 14 de junio de 2011

Historia de un dolor II



Me resulta imposible no pensar en tí.
No se como llegaste a mi vida, no se por donde entraste, por que no pude defenderme de ti.
Un dia tras otro, fuiste comiendote mi espacio, mis pensamientos, mis ganas. Poco a poco, quedandote en mi columna, yendote por mi pierna.
Hasta la música me sabe amarga de pensar que no me dejas.

Por favor vete. No tienes que avisarme, tan solo sal, largate de una vez. Dejame vivir, dejame ser yo. Deja que mi mente piense en algo mas que no seas tu y en que debo tomarme para que te agazapes un rato, en las horas que me dejes libre para caminar, para dormir, para descansar al menos de ti.